El Gran Vidrio es una fiesta que se realiza anualmente en las ruinas de los edificios destruidos en la ciudad de México, donde viven cientos de familias. El hecho de habitar entre los resquicios dejados por las estructuras quebradas representa un símbolo mayor de invisibilidad social. Es quizá por eso que cuando deciden pertenecer al resto, cuando carnavalizan de alguna manera su situación, deciden llamar El Gran Vidrio a su celebración. La clave duchampiana de la experiencia le da la opción a Mario Bellatin de cobijarse en una retórica particular, la del ocultamiento a partir de lo imposible –hecho que precisamente permite una exposición extrema–, para recrear tres autobiografías que muestran, a través de su hermetismo, lo que una autobiografía tradicional es incapaz de transmitir. «Todos los textos de Mario Bellatin son de una rareza minuciosa, erudita y elaborada... Como si buscase los límites de la literatura y de sus interpretaciones, no de una forma teórica y segura sino a través de la fantasía imaginativa de su trabajo» (Mathiew Lindon, Libération)