Esta novela, que confirma a Elvira Navarro como una de las voces más singulares de su generación, es quizá una de las pocas de la literatura española reciente que indaga en la patología mental sin desligarla del contexto social en el que se produce.
Elisa corrige libros para un gran grupo editorial que retrasa los pagos durante meses. La precariedad económica la obliga a compartir piso con una extraña mujer sin pasado. Un asfixiante silencio sobre lo que concierne al trabajo y a la vida de esta insólita inquilina lleva a Elisa a obsesionarse por saber quién es la persona que convive con ella. Sus preguntas obtienen por toda respuesta una serie de ficciones con las que su compañera de piso sabotea cualquier posibilidad de que alguien la conozca, o al menos eso es lo que cree Elisa, quien no concibe que la locura sea un lugar desde el que construirse voluntariamente.
En estas páginas la enfermedad acaba por ofrecerse como signo de la normalidad. Tras su lectura surge la inevitable cuestión de si en un escenario como el actual, donde los proyectos comunes parecen haberse desvanecido, es posible vivir fuera de lo patológico y contar algo que no sea patología.