En La Calle del Agujero en la Media (1930) y Todos bailan (1934), pueden observarse los rasgos más significativos de su propuesta poética: la presencia de ámbitos y personajes populares, una mirada cosmopolita, la interrogación sobre el paso del tiempo y la participación humana en el devenir de la historia y la constante innovación formal.
Raúl González Tuñón condensó en la creación de Juancito Caminador su actitud ante la realidad y la poesía. Con curiosidad y asombro se interna en la atmósfera particular de cantinas y bares, se codea con los marineros o participa en una reunión de obreros. Su voz rescata hacia 1930 los personajes característicos de las grandes ciudades que devinieron vertiginosamente en urbes modernas. Así deambulan por estas páginas prostitutas, gitanos, borrachos, mujeres amadas y deseadas, bailarinas del music-hall, músicos de jazz y blues y algunos personajes célebres, menos anónimos. En medio del fervor del viajero que contempla París, Barcelona o San Francisco, asoma también el tono ácido, corrosivo y la alusión a la guerra.
Tal como ocurre con la buena literatura, estos poemas de Raúl González Tuñón siguen siendo contemporáneos, innovadores, sugerentes. Transmiten la mirada del aventurero observador y la fuerza inconfundible de un poeta que supo cantarle tanto a los rincones de Buenos Aires como a los suburbios de París o a los bajo fondos españoles.