Articulada a la manera de un reloj de precisión, La sombra del apostador tiene el difícil y excitante sabor de una intensa intriga, áspera y sin concesiones, salpicada de una violencia que se presiente y se palpa.
Javier Vásconez elabora en esta novela un fresco de amores complejos, dolorosos e irreductibles. Un mosaico de símbolos que aluden a una libertad en agonía, a una ternura que soporta cualquier desafío y a una realidad que se universaliza. Aquí, el lector se adentrará en novela escrita con maestría en la que el autor nos entrega el planteamiento minucioso y confuso de una implacable lucha por el poder, que un juego sutil enmascara.
En La sombra del apostador, como antes en El viajero de Praga o en los cuentos de Un extraño en el puerto, Vásconez nos conduce por una galería de espejos, en la que todos nos reflejamos y diluimos a través de imágenes infinitas.