El telón de fondo de Fragmentos de amor furtivo es la capital mundial de la coca, la ciudad más violenta del planeta, Medellín. Una peste de plomo, dinamita y sangre recorre la ciudad. Como en el Decamerón, los amantes se encierran en las colinas, lejos de la peste, para contar historias que los salven de la muerte. Susana es Scherezada y noche a noche le cuenta a su sultán Rodrigo un nuevo cuento. Cada cuento describe el episodio con alguno de sus múltiples amantes del pasado y Rodrigo posterga en cada amanecer la decisión de decapitarla. Todo por recibir, a la noche siguiente, la puñalada de celos de otro cuento. «Afuera -casi lejos- suenan bombas, balas, metralla, dinamita, pero los amantes se encierran en la ficción de su pasado para no sentir el miedo del presente.» Aquí la alegría es mucho más honda que la tristeza, aquí las carcajadas tienen mucha más profundidad que el llanto, aquí la risa se convierte en arma contra la violencia.