Los transmisores enloquecieron. Gaunt escuchó ráfagas sostenidas de fuego láser y armas automáticas. Los pastores, que de pronto eran varias docenas, surgían de entre los agitados animales. Portaban armas. Al despojarse de sus ropas, vio tatuajes y seda verde. Gaunt empuñó su pistola Bolter. Los Infardi les tenían rodeados... El comisario Gaunt y sus fantasmas vuelven al frente de batalla en un mundo-santuario de vital importancia táctica y espiritual. Pero las envilecidas fuerzas del mal no van a dejarles saborear la victoria durante mucho tiempo.