¡Es el no va más! ¿No les parece? Salida de una refrescante limonada veraniega,
la pajita de plástico ha pasado directamente del vaso a la habitación de los
niños y ahí también cobra protagonismo con una nueva existencia.
Ya sea atada, enrollada, pegada, cosida o planchada, no hay casi
nada que no se pueda conseguir con ella. Sirve de decoración para
una falda hawaiana y también para hacer cadenetas. Adorna peces,
la ventana y la habitación, la pared, el cuadro y el tocado del jefe
indio, florece, se balancea y vuela.