La salud materno infantil es una prioridad mundial y como tal, ha sido objeto de políticas y programas estatales desde hace más de un siglo.Es cierto, que la mortalidad materna e infantil en los primeros años de vida está íntimamente relacionada con la situación demográfica y social, viéndose reflejado en las tasas de morbimortalidad materna de los países desarrollados frente a los países en desarrollo. Estos datos concuerdan con la idea de que un control y seguimiento del embarazo adecuados mejoran los resultados en salud de las mujeres y sus recién nacidos, además de mejorar la calidad de los cuidados alrededor del embarazo. Todos estos cuidados y políticas tienen su origen en la carta de Otawa, primera Conferencia internacional sobre la promoción de la salud reunida en Ottawa el día 21 de noviembre de 1986 y que establece como objetivo principal Salud para Todos en el año 2000. Durante ese tiempo se han llevado a cabo estrategias a nivel mundial, contando con colaboraciones de organismos como UNICEF, el FNUAP, el Banco Mundial y otras organizaciones de las Naciones Unidas para conseguir la mejora de los cuidados en salud de la mujer durante su proceso de reproducción. Unido a esto, hacia el año 2000 la OMS lanza la iniciativa reducir los riesgos del embarazo, con el fin de lograr una maternidad sin riesgos, basándose en los cuidados adecuados que deben llevarse a cabo en el embarazo. Estas estrategias van encaminadas a conseguir una maternidad sin riesgo, la identificación de las necesidades y prioridades nacionales y la formulación de planes de trabajo iniciales.