En esta obra, Eduardo Galán desarrolla una historia de fantasía y humor. Kiko y su perro García vivirán una noche mágica gracias a la moderna silla voladora que ha inventado el padre del niño. Ladrones, piratas, policías y hasta un león contribuyen a crear la intriga desde el principio y dotan de un ritmo trepidante a la acción. La amistad, la solidaridad y la sinceridad están presentes en la obra, que defiende la fantasía del niño frente al sentido práctico de los adultos.