Cuando el señor y la señora Tiranosaurio supieron que iban a tener un bebé, no tenían ni idea de lo diferente que sería de los demás bebés dinosaurios... su hijo Edward Thesaurus Rex, además de ser muy pequeño, era feliz mezclando ingredientes en un cuenco en lugar de jugar con la pelota con el resto de sus amigos. Quién le iba a decir que esa afición por la cocina le iba a llevar a vivir una alocada aventura por las abarrotadas calles de la ciudad y a descubrir que, esforzándose, todos los sueños se pueden hacer realidad.