El monstruo del armario existe, como ya hemos demostrado. Si no existiera, el protagonista de esta historia se comportaría de manera civilizada y haría caso a sus padres. Pero tiene que educar al monstruo del armario, que siempre está haciendo travesuras. Y enseñar a un monstruo a lavarse los dientes, a peinarse, a no tocar los enchufes y a no decir palabrotas... ¡es mucho trabajo!
Por eso, no tiene tiempo de escuchar a su padre y a su madre...