Tiempos de malquerer
En Navarra, cuna del llamado Alzamiento Militar, no hubo guerra civil sino guerra de exterminio. Tras el macabro bando militar de Mola, falangistas y carlistas se dedicaron a asesinar impunemente a quienes durante la II República se habían mostrado fieles al Gobierno de Azaña o en febrero de 1936 habían formado parte del Frente Popular.
Villafranca no fue una excepción. Dirigentes políticos de la Agrupación Socialista, sindicalistas de la UGT y de la CNT, serían ejecutados ilegalmente. El terror golpista, frío, calculado y metódico, se aplicaría desde julio hasta diciembre de 1936, asesinando impunemente a 40 personas y encarcelando al resto de los caracterizados como militantes de izquierdas. Luego, otros dos vecinos más serían asesinados, uno en 1937 y otro en 1939.
Durante y tras esta guerra de exterminio, las familias de los fusilados sufrirían de forma sistemática el odio, la venganza y la persecución de los fascistas de Villafranca, falangistas y carlistas y que pronto se convertirían en franquistas. La Falange y el Requeté hicieron de Villafranca un campo de prisioneros donde perpetraron con premeditación y alevosía toda clase de robos y de humillaciones físicas, psicológicas, éticas y laborales en los descendientes de los asesinados.
Villafranca con los franquistas vivió en el horror. Un tiempo de malquerer que nadie olvidaría. Ni siquiera los asesinos.