Trece historias, a cuál más sugerente, recogen las páginas de este libro. Trece apasionantes historias, de las que cuelga al desgaire un collar iridiscente de leyendas que nos deslumbra el pensamiento con sus guiños alternos de luces y de sombras. Cada una de ellas recompone a grandes puntadas la túnica inconsútil que envuelve la figura de una Sevilla desmesurada en todo, sin término medio alguno 02014;cima o sima02014;, perpetuamente a caballo entre el fracaso y la gloria. Al-Mutamid, Mañara, el rey Don Pedro, Abd-Al-Aziz, El Príncipe Juan, Fernando III, llamado el Santo, o Alfonso X, el Sabio, comparten protagonismo en una mezcla híbrida, aunque complementaria, con la Estrella de Sevilla, el Gran Inquisidor, el Motín de la calle Feria o el Cristo de San Agustín. Y, sobrenadando siempre por encima de estas: peregrinas historias, el rebullir hirviente del pueblo que, «haciendo al andar camino», afronta las diferentes situaciones adversas, entre las que se ve obligado a subsistir, aferrado al báculo seguro de sus convicciones más o menos religiosas, más o menos fantasiosas. Según nuestro autor, resulta imposible digerir unos sucesos, tan fuera de lo normal las más de las veces, sin el caldo de cultivo de unas precisas circunstancias. Por contra, teniéndolas siempre presentes, nos será más fácil asimilarlas. Se nos harán, incluso, más carne de verdad en nuestros adentros.