Desde que Escipión el Africano desembarcó en Ampurias en el año 218 a.C. para combatir a los cartagineses hasta la caída del Imperio Romano occidental en 476 d.C., la península Ibérica estuvo ligada estrechamente a los destinos de Roma. Más de seiscientos años de historia compartida, muchas veces turbulenta, en los que Hispania se convirtió en uno de los ejes principales del Mediterráneo.
Aníbal, los Escipiones, Viriato, Catón, Sertorio, Pompeyo, César, Augusto, Séneca, Trajano, Adriano o Teodosio son algunos de los grandes personajes vinculados de una forma u otra con Hispania. Mientras que Mérida, Zaragoza, Tarragona, Sevilla, Cádiz, León, Lisboa o Lugo forman parte de las grandes urbes cuyos orígenes se remontan a la presencia de las legiones.
Gonzalo Bravo ofrece una visión rigurosa y completa de la romanización de la Península. Con gran amenidad, logra sumergir al lector en la conquista, no siempre pacífica, de los pueblos autóctonos; analiza la evolución de los sistemas políticos, la integración de las religiones, el desarrollo del comercio con el resto del Imperio o la construcción de obras públicas y, en definitiva, la transformación de la sociedad hispanorromana, para dar vida a uno de los periodos más apasionantes de la historia de España y Portugal.