EN enero de 1936 Alfredo Muñiz fue nombrado jefe de redacción del periódico El Heraldo de Madrid. Poco después, el 16 de febrero, día de las elecciones generales, habría de empezar a redactar el presente diario hasta su interrupción el día 15 de julio, cuya hoja quedó en blanco. Sus últimas anotaciones habían correspondido a las descripciones de los asesinatos del teniente José Castillo y de José Calvo Sotelo. Apenas faltaban tres días para que, el 18 de julio, estallara la guerra y el rumbo de su vida y de la de millones de españoles cambiase de manera radical y para siempre. Pocos casos existirán en la literatura de la guerra civil en los que se haya captado la gesta palpitante de un pueblo como en este libro que cuenta, día a día, la pasión y muerte de la España republicana de 1936. Estamos ante un testimonio histórico cuyo valor radica en el rescate de los héroes anónimos y de las víctimas de la injusticia, que en Días de horca y cuchillo dejan de ser anónimos. Cada muerto, cada agonizante, cada herido, así sea un obrero, un albañil, un panadero, un campesino, un estudiante, un tranviario, un guardia civil, un maestro, un médico, una mujer, un niño, irán acompañados de su nombre y de una breve historia. Al mismo tiempo y en el mismo espacio, las máximas figuras de la vida pública, políticos, escritores, artistas serán descritas con sus defectos y habilidades, sus aciertos y sus grandes errores. Una crónica vibrante escrita al calor de los hechos que quedará grabada poderosamente en la memoria de sus lectores. ALFREDO MUÑIZ GARCÍA nació en Los Villares, Jaén, en 1897 y murió en el exilio mexicano en 1982. Atraído por las letras desde joven empezó pronto a desarrollar sus aptitudes literarias. En 1920 su obra Sierra y campiña ganó el concurso de La Novela Gráfica de Madrid. En 1922 publicó su segunda novela corta, Madame Chocolate. En la misma época, empezó su colaboración literaria y periodística en las revistas Nuevo Mundo, Mundo Gráfico, Estampa y Cosmópolis, y en los periódicos El Imparcial, La Libertad y El Heraldo de Madrid, como cronista, crítico teatral y reportero. En 1926 la editorial Rafael Caro Raggio, publicó su novela El hombre que mató su alma, que tuvo un notable éxito de crítica y de venta. A la muerte de Vicente Blasco Ibáñez, en 1928, organizó en El Heraldo de Madrid un homenaje nacional en su honor. En 1931 estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid la comedia Como los propios ángeles, en colaboración con Juan G. Olmedilla. Entrevistó a los grandes escritores de su época, desde Federico García Lorca, Pío Baroja, Valle-Inclán, Carlos Sampelayo, Neruda hasta personalidades como Ramón y Cajal o Gregorio Marañón, pero también a artistas como Josephine Baker, Margarita Xirgu, toreros, bailarinas, gente del circo, etc. En enero de 1936 fue nombrado redactor jefe de El Heraldo de Madrid. A partir de 1937 escribió en las publicaciones francesas República, Madrid y Cette Semaine, como corresponsal de El Heraldo en apoyo de la lucha por la República. Colaboró junto a Miguel Capuz, Chávez Nogales, Eduardo Borrás, Carlos Sampelayo y escritores franceses antifranquistas. Terminada la guerra emigró a Cuba y posteriormente a México.