Durante los 200 millones de años que duró el Mesozoico, el sol iluminó a los seres más asombrosos que han pisado jamás el planeta. Tras una de las mayores catástrofes de todos los tiempos, los supervivientes se expandieron en una variedad de formas y tamaños sin igual, llenando la tierra, las aguas, e incluso los cielos con gigantes que parecen sacados de las leyendas. Y, justo en su cénit, ese mundo de maravillas fue barrido de un plumazo, en un nuevo desastre de proporciones titánicas. Los dinosaurios y los otros habitantes de la Era de los Reptiles han cautivado la imaginación del público desde el mismo momento de su descubrimiento, hace cerca de dos siglos. Su aspecto, su comportamiento, su misma naturaleza nos ha sido revelada, poco a poco, por la ciencia del Pasado. Sin embargo, la propia espectacularidad de estas seres hace difícil su comprensión. Los gigantescos esqueletos, o incluso las reconstrucciones anatómicas tridimensionales, por sí solas, nos hacen pensar en criaturas ajenas a este mundo, monstruos incomprensiblespertenecientes a un mundo que podría resultarnos casi alienígenas. Po