i la primera edición te gustó, la segunda te va a encantar.
La nueva entrega del Almanaque de los Pirineos abarca una década apasionante, a caballo entre la monarquía de Alfonso XIII y la II República.
En el Pirineo aragonés, son dos lustros sin parangón: la inauguración del ferrocarril internacional de Canfranc y la sublevación de Jaca son los dos hechos que marcarán la década, pero no hay que olvidar que se abren la estación de Candanchú y las cuevas de Villanúa. Comienza la construcción de Mediano, se inaugura Barasona. Se crean los sanatorios de Boltaña y Pineta, y el balneario y la embotelladora de las Vilas del Turbón.
Al Pirineo viaja Violet Alford en busca de su folklore y Miguel Fleta para grabar "Miguelón el último contrabandista". Es el tiempo en el que empiezan a escribir en prensa Veremundo Méndez (Hecho) y Jorge Puyó (Ansó). En Huesca se construye la nueva plaza de toros y el Teatro Olimpia. Es también la época en la que Norbert Casteret demuestra que el río Garona es aragonés de nacimiento (portada), el momento en el que se descubre el primer dolmen en Aragón (Biescas). Y mientras cierran las minas de Parzán, las Misiones Pedagógicas llegan a Ribagorza (Bonansa).
En Jaca se crea la Universidad de Verano y se levanta el Teatro Unión Jaquesa; en Barbastro triunfa el escultor Felipe Coscolla y Huesca se convierte en capital española de la aviación. Almarza publica la primera lista de tres miles, se transcriben las pastoradas de Capella y La Morisma. Es el tiempo del boxeador Ignacio Ara (Sigüés), campeón de Europa y aspirante a campeón del mundo, es el momento de la muerte de Luis López Allué y Silvio Kossti, y de la victoria de la nueva escudería Ferrari en el Grand Prix de Pau...
Te dejará sin aliento. Con casi 50 páginas más que la primera edición.
El libro incluye un almanaque de 2015: santoral, lunas, fiestas y agenda lúdico-deportiva y cultural, efemérides... pero es en realidad un periódico de época, la que queda comprendida entre 1925 y 1935; el periódico que a nosotros nos hubiera gustado escribir si hubiéramos vivido ese tiempo.