“Depara muchas sorpresas para el lector que sólo conoce la realidad cubana... a través del prisma distorsionado de la propaganda… Un documento psicológico de primera”.—The New York Times Book Review, 1967El 31 de diciembre de 1958, Lee Lockwood, por aquel entonces un joven fotorreportero, viajó a Cuba para cubrir lo que parecía ser el final del régimen de Batista. Llegó el día anterior a la toma de poder de Fidel Castro y se pasó una semana explorando la isla antes de, finalmente, contactar con aquel líder que acababa de lograr la victoria. Desde el primer momento Castro confió en Lockwood y le invitó a volver a Cuba una docena de veces durante la siguiente década concediéndole acceso a su círculo más cercano y total libertad para rastrear la isla sin las habituales restricciones impuestas a los periodistas estadounidenses.En 1965, Castro concedió a Lockwood una inaudita entrevista en profundidad aunque después faltó cita tras cita. Los días de espera se convirtieron en semanas, y las semanas en tres interminables meses. Pero Lockwood, como muchos otros periodistas antes y después, siguió esperando a Castro. Y su paciencia tuvo recompensa: una maratoniana entrevista que se extendió a lo largo de siete días y múltiples conversaciones en las que se abordaron cuestiones raciales en EEUU o la crisis de los misiles en Cuba.Hasta el día de hoy, este sigue siendo uno de los retratos más agudos del líder cubano.Originalmente publicadas en 1967, las entrevistas y observaciones de Lockwood vuelven a ser editadas ahora por TASCHEN junto con cientos de fotografías que ilustran las semanas que Lockwood pasó viajando con Castro y la transformación que vivió Cuba a lo largo de los años sesenta. Desde los campamentos militares en la Sierra Maestra hasta la vida callejera de La Habana, pasando por los mítines políticos, muchas de estas imágenes a color se publican por vez primera. En el prólogo y el epílogo, el experto en América Latina, Saul Landau, contextualiza el trabajo de Lockwood realizado en un momento histórico en el que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba eran, una vez más, el centro de atención.