Ofrece Gustavo Bueno en El animal divino la exposición de la Filosofía de la religión propuesta desde el «materialismo filosófico», con la que se pretende, más allá de su horizonte académico, impulsar en los lectores el pensamiento de que no hay que ir a buscar el núcleo de la religiosidad entre las superestructuras culturales, o entre los llamados «fenómenos alucinatorios» 8211;sin perjuicio de su funcionalismo sociológico o etológico8211;, ni tampoco entre los lugares que se encuentran en la vecindad del Dios de las «religiones superiores» (tanto si ese Dios se sobrentiende como una realidad, como si se le interpreta como un ente de razón). El lugar en donde mana el núcleo de la religiosidad 8211;tal es la tesis de este libro8211; es el lugar en el que habitan aquellos seres vivientes, no humanos, pero sí inteligentes, que son capaces de «envolver» efectivamente a los hombres, bien sea enfrentándose a ellos, como terribles enemigos numinosos, bien sea ayudándolos a título de númenes bienhechores. El núcleo de la religión se encuentra en el mundo de los númenes, en tanto estos envuelvan efectivamente a los hombres, porque sólo de este modo la experiencia religiosa nuclear podrá ser, no solamente una verdadera experiencia religiosa, sino también una experiencia religiosa verdadera.
La segunda edición del presente libro, respecto de la primera (Pentalfa 1985), incorpora 8211;además de la corrección de algunas errores materiales de detalle, el paso a nota a pie de página de aquellas referencias bibliográficas que, en la primera edición, figuraban en el texto y el renumerado correlativo de todas las notas del libro (que en la primera edición llevaban numeraciones independientes)8211; una serie de añadidos y algunas notas aclaratorias que están oportunamente señaladas por signos a fin de que queden bien claras las diferencias entre las dos ediciones. Además, los añadidos más importantes, que hacen referencia a algunas puntualizaciones que permiten precisar el alcance de ciertas tesis mantenidas en la obra, han sido introducidos fuera del texto en forma de «Escolios».
Al final del prólogo de esta segunda edición escribe Gustavo Bueno:
«Debo decir que en mis Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión (Mondadori, Madrid 1989) he tratado de algunos asuntos colaterales, pero estrechamente relacionados con los problemas suscitados por El animal divino; en especial la «Cuestión 12: El animal divino ante sus críticos», traté de sistematizar y responder a las críticas que, hasta aquella fecha, se habían dirigido contra el libro. Posteriormente han sido publicados comentarios de diverso alcance pero que, por mantenerse en alguna de las líneas de los críticos anteriores, pueden considerarse como ya contestados. Debo exceptuar los importantes análisis críticos de El animal divino que Gonzalo Puente Ojea ha expuesto en su libro Elogio del ateísmo (Siglo XXI, Madrid 1995, págs. 84-187), a los cuales respondo en el Escolio 14 de esta edición (más materiales en relación con esta polémica, con contrarrespuestas de Puente Ojea en El Basilisco, n° 20, enero-marzo 1996). Conozco también algunas obras de mayor importancia que, de algún modo, 'dialogan' con El animal divino: el libro de Alfonso Fernández Tresguerres, Los dioses olvidados (Pentalfa, Oviedo 1993), en donde se ofrece una interpretación penetrante de la fiesta de los toros; y, aunque independientemente de El animal divino, la reciente obra de Desmond Morris, El contrato animal (Emecé, Barcelona 1991), cuya conexión con las tesis del libro ha puesto de manifiesto Tresguerres («Desmond Morris: Teólogo», en El Basilisco, 2ª Epoca, n° 8, 1991, págs. 96-97).»