Este no es un catecismo confesional ni kantiano. Está escrito por alguien que
en cuestiones filosóficas se considera un "ecléctico ilustrado", es decir que ha
tomado de las distintas corrientes del pensamiento moral lo que a su juicio es
lo correcto. Tampoco es una obra de Deontología médica, pues de lo que se ocupa
es de la obligación debida a los preceptos establecidos por la ley de la razón,
es decir, de la conciencia, más que la debida a las leyes y normas promulgadas
por los representantes de la sociedad.
De ahí que sea inevitable que no todos los lectores vayan a estar de acuerdo
con la totalidad de los planteamientos del autor. Esto, en vez de mortificarle,
le halaga sobremanera pues le confirma lo que hoy es bien sabido y aceptado:
que la ética no puede ser dogmática.
Esta obra, que no es, pues, ni confesional, ni jurídica ni dogmática, busca
instruir por medio de preguntas y respuestas a quienes se inician en la
doctrina de la Ética Sanitaria, y aborda serenamente, entre otros, temas tan
candentes como la anticoncepción y la proconcepción, el aborto provocado, la
ancianidad, los estados terminales, la distanasia y la eutanasia, el suicidio
asistido y los trasplantes.