Uno de los directores más valorados de todos los tiempos, Stanley Kubrick (1928-1999), fue también uno de los más enigmáticos. Irrumpió con ambición en la escena cinematográfica a la edad de veintiséis años, produjo de manera independiente El beso del asesino, y en unos pocos años estaba trabajando con figuras de la talla de Kirk Douglas, Laurence Olivier y Peter Sellers en películas tales como Lolita y Espartaco. Tras ganarse el apoyo de los actores, los productores y los estudios con sus primeros esfuerzos, Kubrick logró el control creativo que necesitaba para producir obras maestras como 2001: Odisea en el espacio, La naranja mecánica y Barry Lyndon.
En 1999, poco antes de su muerte, Kubrick concluyó Eyes Wide Shut, dejando tras de sí una obra misteriosa y absolutamente brillante.