La «biciclitis aguda» persigue desde su infancia a Éric Fottorino, una de las grandes plumas del periodismo francés. Fue corredor afi cionado en su adolescencia y conserva intacta su obsesión con los héroes del Tour. Por las páginas de este libro, de cadencia morosa y tono intimista, pedalean todas las leyendas de la ronda gala: Merckx, Anquetil, Thévenet, Robic, Hinault, Ocaña, Coppi, Bobet, Pelissier, Bahamontes, Gimondi o Poulidor. Elogio del Tour es el canto fascinado por unos mitos que rezuman espíritu ciclista en blanco y negro. En sus líneas late la pasión por una carrera centenaria, unavuelta convertida en el vínculo carnal entre un pueblo y un territorio transfi gurado por el sol de julio, las montañas y el sufrimiento de un rebaño melancólico, el pelotón, que divaga por las profundidades de la Francia olvidada. «Para esta Francia modesta y campesina que nunca baja a la ciudad, la Francia de la gente que tiene poco, el Tour representa un espectáculo grandioso bajo sus ventanas, a domicilio, en las aldeas más pequeñas y en los caseríos más apartados», escribe Fottorino, una criatura de Julio Verne que confunde su bicicleta con una máquina de retroceder en el tiempo. Tour de Francia, tour de infancia.