Como un beduino perdido en el desierto se veía José Antonio Labordeta al aterrizar en un Congreso de los Diputados con gobierno de mayoría absoluta. Desde 2000 a 2008 ejerció de parlamentario en la Carrera de San Jerónimo, sintiéndose ajeno a toda la parafernalia del Madrid de la Corte, pero, inspirado por su paisano Joaquín Costa, intentando ser útil.
Como un moderno Quijote, acompañado siempre por su inseparable Paco Pacheco, se vio envuelto en algunos de los episodios más importantes de los últimos 20 años.
Legisló.