El lector o espectador que se acerque a Edipo en Colono se encontrará con un proyecto artístico atípico y
ciertamente interesantísimo: un casi nonagenario Sófocles (c. 496 - 406 a. C.) recuperó con esta obra a su personaje
más emblemático, Edipo, dos décadas después de presentarlo en su inigualable Edipo rey, para plantear una profunda
reflexión sobre la vejez, la cercanía de la muerte y la posteridad. Tras deambular mucho tiempo, un anciano, andrajoso
y ciego Edipo llega a Colono y reconoce el lugar en el que está destinado a morir según los oráculos, después de haber
soportado con firmeza las enormes desgracias que él mismo consumó a su pesar en Tebas. Los habitantes de la zona lo
rechazan, pero la necesidad de cumplir el destino señalado por los dioses lleva a Edipo a recurrir a la ayuda de Teseo,
rey de Atenas, ciudad situada cerca de Colono. Esta tragedia puede considerarse el testamento literario de Sófocles y
en ella no sólo hace gala de una sensibilidad poética asombrosa, sino que además ofrece diversas claves metaliterarias
que enriquecen su lectura. «En el Edipo Rey vemos al hombre azotado por la tragedia a quien la divinidad arroja a la
miseria más honda que imaginarse pueda. En Edipo en Colono percibimos una grandiosa paradoja: el mismo hombre a quien
los dioses castigaron tan duramente es al propio tiempo un elegido. Al tomarlo como ejemplo, los dioses hacen de su
caída algo edificante». ALBIN LESKY