La figura de Isidore Ducasse, conde de Lautréamont (1846-1870), se ofrece a los ojos de la crítica como un enigma que se resiste a los esfuerzos de historiadores, críticos y biógrafos. La primera edición completa de «Los Cantos de Maldoror», en 1869, fue secuestrada y sólo unos pocos ejemplares fueron encuadernados y entregados al autor. El lector deberá enfrentarse a unas «páginas sombrías y llenas de veneno» en las que sólo se dice lo que se está diciendo y frente a las que es superfluo el intento de amontonar palabras.