En el año 1968, Garret Hardin publicó en la revista «Science» un artículo determinante, «The Tragedy of the Commons», en el que reflexionaba sobre la dificultad de la gestión de los bienes y los recursos comunes y sobre el peligro al que estaba expuesta su subsistencia. La Premio Nobel de Economía Elinor Ostrom pasaría la mayor parte de su vida profesional investigando, precisamente, sobre los mecanismos de la acción colectiva y la gestión solidaria del procomún, intentando inferir de las buenas prácticas algunas características estructurales comunes. Con la invención de Internet y la digitalización del conocimiento, resurge con vigor en versión digital el problema analógico precedente: ¿cómo pueden surgir y autogestionarse comunidades online cuyo propósito es la generación de conocimiento compartido? Es decir, ¿cómo puede y debe gestionarse el procomún digital, el «digital commons»? Wikipedia ofrece un ejemplo prototípico y floreciente de la construcción de una comunidad que consensúa sus políticas, establece sus mecanismos internos de reconocimiento y organiza sus dispositivos de control y vigilancia, todo sin que circule efectivo de ninguna clase. El caso del «potlatch» canadiense nos sirve para comprender cómo en determinados contextos y circunstancias es necesario desprenderse del capital que se posee para que la comunidad lo devuelva y lo reintegre en forma de reconocimiento y renombre; cómo en determinados contextos culturales, la especie de capital que circula no es monetaria, sino simbólica, en forma de reputación y popularidad, y la lógica de su acumulación exige ser desinteresado para generar otra forma de interés. Así funcionan algunos de los casos más conocidos de Internet y así se ha convertido la Wikipedia en un caso del triunfo de la gestión del procomún y el conocimiento compartido.