Entre 1860 y el final de su vida, en 1870, Dickens publicó, en un semanario que él mismo fundó, las crónicas de El viajero sin propósito, de las que aquí se presenta una cuidada selección, traducidas por primera vez al castellano. Los textos que agrupa, entre la crónica y el relato, tienen en común el viaje como hilo conductor, y son, al mismo tiempo, páginas autobiográficas, testimonio de una época y un ejercicio periodístico de primer nivel. Para muchos expertos en Dickens, estas páginas son indisociables de su mejor producción.
Dickens, gran viajero, gran paseante y excepcional observador, gustaba de vagabundear sin rumbo fijo, de noche y de día, por los muelles del puerto o los suburbios de Londres o París. Esa impronta de caminante urbano, capaz de retratar la variedad panorámica y la intensidad de la vida de la ciudad, marca estas páginas. Entre ellas encontramos el inconfundible humor de Dickens 8722;como en «Refrigerio para el viajero»8722;; obras maestras del periodismo, a un tiempo literario y de denuncia, como «El cargamento del Gran Tasmania»; relatos autobiográficos, como «Historias de mi aya», o «Dullborough Town»; otros que nos llevan a Italia, Francia o Suiza... Piezas literarias únicas que, para regocijo del lector, conjugan el habitual buen hacer de Dickens, con su erudición y su ironía.