En una ciudad que ha perdido el brillo, un policía lucha contra las sombras.
Noche de Reyes de 2011. El inspector Héctor Salgado, insomne y obsesionado por la desaparición de su ex mujer, recibe una llamada: la secretaria de dirección de una conocida empresa de cosméticos se ha arrojado a las vías del metro. Ante un caso que se intuía fácil, Salgado peleará por destapar la red de sangre y mentiras que se oculta tras el presunto suicidio.
La agente Leire Castro, embarazada y atrapada en casa por una baja médica prematura, también piensa en el caso nunca cerrado de Ruth, la ex de Héctor. En su estado no debería emprender una investigación, pero en su carácter está insistir, no detenerse, derribar las fachadas que siempre ocultan males mayores.
«Hill sigue reivindicando la novela negra mediterránea y sabe a medias, aunque se lo repiten y él no acaba de convencerse, que Los buenos suicidas es aún mejor que El verano de los juguetes muertos.»
Rosa Mora
, El País