Francisco de Artiga (1645-1711), una de las figuras más interesantes de la historia de Huesca, vivió además en una ciudad fascinante, la del mecenas y coleccionista Vincencio Juan de Lastanosa. Sus dos obras principales fueron el pantano de Arguis y el edificio octogonal de la Universidad Sertoriana (actual Museo de Huesca), y por orden del rey reconoció los trabajos del monasterio nuevo de San Juan de la Peña. Fue pintor y grabador, y también afamado escritor: de su Epítome de la elocuencia española se hicieron ocho ediciones en el siglo xviii.
De tres grandes finales fue testigo Artiga: el cese de la transmisión masculina en su familia con la muerte de su único hijo varón, que implicaba la extinción de su apellido en Huesca; la supresión, durante la guerra de Sucesión, del antiguo Concejo oscense y de los fueros y las instituciones aragoneses (Justicia, Cortes y Diputación), y el desmoronamiento de su sistema de pensamiento, sustituido por uno nuevo impulsado por la revolución científica de la Edad Moderna.