Desde un prisma nostálgico y a través de la inmediatez y de la cercanía del diálogo y de una prosa casi poética, Cela nos traslada a sus primeros años de vida, a su casa -estación de ferrocarril-, a los nítidos recuerdos de su infancia en una Galicia rural; memorias familiares desde la inocencia y la ilusión de un niño, y la ironía, el humor y la sabiduría de uno de los mayores nombres de nuestra literatura española.
“Yo nací nieto de ferroviarios y con la cama de mi madre retemblando por el paso del tren. En mi casa echaron las campanas al vuelo cuando decidí haber nacido macho y no hembra: el primero y uno de mis escasos éxitos familiares.”