Durante muchos años, Jans llevó una vida de aventurero y cazador, conviviendo con los pueblos indígenas del Gran Norte y compartiendo su estilo de vida. Pero un día se enamoró de una activista por los derechos animales y decidió cambiar el rifle por una cámara, e irse a vivir a un barrio residencial en la capital de Alaska. Después de pasar tantos años rodeado de animales salvajes, pensó que tardaría bastante en volver a ver un lobo. Sin embargo, la vida puede ser muy extraña. Al poco de mudarse, un lobo apareció a las puertas de su casa. Sin aceptar comida, ni cuidados, ni refugio, el lobo permaneció siete años franqueando a diario la frontera entre lo salvaje y la civilización, construyendo con Nick, sus vecinos y sus perros una amistad increíble y maravillosa.