El libro que sostienen sus manos lo encabeza Pablo Whikoski, un alcohólico hiperbólico, de esperpéntica rutina, que debe de lidiar con su insoportable madre. Se trata de ocho relatos de lo más entretenido, aunque nada didácticos debo decir.
Pero en realidad, Pablo no es el protagonista de la novela. Ese honor lo comparte con El Inspector Castro (a este personaje le guardo un gran cariño. Surgió de forma casual como secundario de las novelas del Detective Pancracio) y con el protagonista de la mini serie ¡Alguien llama!, de cuyo nombre nada sabemos.
Es un libro muy divertido, irreverente en algunos momentos, desmedido en otros y tierno cuando nos sumimos en la vida del inspector. Es imposible que no les guste, imposible del todo. Si no me creen, póngame a prueba.
Sobre el autor
Lo habitual es indicar año y lugar de nacimiento, actividad profesional, estudios cursados, méritos, premios y demás zarandajas. Información que tan sólo persigue saciar su curiosidad y afán de conocimiento. Podrían consultarlo en la Wikipedia, pero desafortunadamente no alcanzo la notoriedad suficiente como para ser glosado en su infinita sapiencia. Puestos a reseñar lo sustancial, debo de remarcar, que mientras escribo estas líneas permanezco vivo; cuando lean esto, puede que no, tal y como está el patio…Premios no he obtenido ninguno, ya se lo adelanto, más bien castigos. Y mi obra literaria es tan extensa como el firmamento infinito y estrellado, aunque la mayor parte inédita. ¿Por qué? Pregunten a los editores.
De todos modos, no creo que les interese conocer acerca de un servidor. Mi vida insípida y anodina, les aburriría. Sin conocerles, seguro que es más interesante la suya. ¿Que qué sabré yo? Poco tirando a nada. Yo me preocupo de lo mío, que bastante tengo.
Me atrevería a aconsejarles, con el recato y respeto que merecen, que lean el libro. En cada una de las páginas, ya sea de modo encriptado o vehemente, les haré compañía. Juntos de la mano alcanzaremos el final y entonces, justo entonces, me darán la razón. Todo lo que necesitaban saber sobre mí lo habrán leído.
Qué experiencia tan hermosa. ¿No les parece?