La novela narra la peripecia de tropas francas que, con la bendición del papa Alejandro II, se dirigen a Hispania a combatir al sarraceno. Sus jefes son Guillermo, el duque de Aquitania, y el normando Roberto Crispin. El objetivo militar es conquistar la ciudad de Barbastro en la primera guerra santa convocada por la jerarquía cristiana.
La novela entrelaza el relato militar con otro episodio histórico muy poco conocido: el intercambio epistolar entre personajes eminentes de la corte musulmana de al-Muqtádir de Zaragoza y un anónimo “monje de Francia”, que algunos estudiosos identifican con el abad Hugo de Cluny. Rogerius, un joven monje cluniacense, es el encargado de hacer llegar la carta a la corte musulmana de Zaragoza.
La novela está contada en primera persona por Rogerius, que tiene que enfrentarse a los mandos militares para conseguir que la carta que le ha confiado el abad llegue a su destino. La dialéctica entre la espada y la palabra, que permea toda la novela, acaba para desgracia de toda la humanidad con el triunfo de la primera, aunque Rogerius se encarga de poner a los belicistas ante su propia miseria y su falta de razón.
La amistad de Rogerius con Arián, un joven de Plan que se une a la expedición, convierte el relato en una novela iniciática, donde los dos muchachos conocen los horrores de la guerra, el amor y la amistad.