«La literatura es el viaje que nunca termina...». Lowry tenía razón, pues cada creación es recreación. Una misma y diferente historia contada en facetas y fragmentos que nos acompaña desde que elegimos la palabra para evitar el olvido.
¿Cómo puede acercarse alguien que se mueve por entre las páginas de los mejores al acto de escribir? Con aprensión, sudas, años de lectura y vida previa. Robando tiempo al trabajo diario irá tanteando historias que quiere dejar por escrito, aunque la publicación sea más que improbable. Acuden los recuerdos. La infancia, cuando zascandileaba medio salvaje por un pueblo: «¿Qué hubiera pasado?» es la evocación de un país que ya no existe. La adaptación a la ciudad: «Mudanza». Historias «de mayores» escuchadas con orejas ya nada infantiles: «El Romera», «Confesión» o «La Pasión». Seguimos avanzando con Pasos perdidos y la narradora le dio por encaramarse a las peñas: «Orfeo de bandoneón» y «Libre aventura» son miradas hacia algo que tiene poco que ver con el deporte y mucho con la búsqueda interior. La ciudad se ha vuelto irrespirable. Volvemos a las montañas para quedarnos, ojos y oídos de ciudad tienen que ver y oír ecos y rostros cuya existencia ni sospechábamos. En los pasos perdidos, «Soledad en malva y verde» es un relato de muerte y resurrección, con la fuerza de la amistad entre dos mujeres distintas como elemento clave. Y siguen las historias; puede que la escritora las oyera en ese bar de pueblo donde todo parece que se cuenta a media voz y el humor negro hace pareja con la socarronería más intemporal y campesina. Así nacieron «El puente», España triste que parecía superada, o «Pueblo amortado». Hay una serie de relatos donde la caza tiene cabida: «Breve encuentro», «La celada» y «Los matreros». Y es que hay otro mundo más allá de la visión ciudadana que impregna mucha de la actual literatura española. La autora ha querido alejarse de los tópicos de «aldeanaza chusca» o de la cursilería (¡bien urbana por cierto!) de la Arcadia feliz evocada con pringosa nostalgia. La antología se cierra con los relatos «Corazón de yoseue», una negra humorada, «Al Santo Juez», relato roto sobre el drama de la emigración y una encrucijada de difícil resolución, «Um Draiga», recuerdo al pueblo saharaui.
Relatos de pasos perdidos es una antología que quiere acercarse a la complejidad del ser humano desde lugares muy diferentes. No se sigue un orden cronológico o temático. Las situaciones, las historias fluyen como el caos orgánico que arma la vida, deseos y sueños. Porque todos estamos «tejidos con la materia con que se tejen los sueños».