En febrero de 2012 las páginas de El Periódico de Aragón cobijaban la primera de las columnas escritas por Iguázel Elhombre (Zaragoza, 1981). A lo largo de cuatro años, sus artículos han desempolvado minas, han apellidado la maldad y puesto nombre a las afrentas, pero también, de su mano y sus palabras, hemos saboreado melocotones de Calanda y tiritado con el nacimiento de Carmela. Escritura de casquería es el espejo de su valentía y un pasaporte para conocer a una escritora que, como ella confiesa, es más del miedo y la belleza, de Torrero que de Zaragoza, de un abrazo que de un país.