«Después de los trágicos atentados de París nos
llamamos por teléfono. Sentíamos mucha tristeza
y frustración. Necesitábamos contribuir a cambiar
las cosas, compartir nuestra experiencia y nuestra
reflexión y proponer una alternativa pacifista a la
situación actual.»
¿Cómo reaccionar frente a la terrible dosis de violencia
a la que nos enfrentamos día a día como individuos
y como sociedad? ¿Cómo estar en paz con nosotros
mismos a pesar de los choques, las frustraciones
y las fricciones que genera la vida? ¿Y cómo llevar este
estado de paz al ámbito de lo colectivo, de lo político?
Practicando, responden los autores. La paz, igual que
la guerra, es un arte. No cae del cielo, sino que, como
el fútbol o las matemáticas, se aprende y se ejercita.
Thomas d'Ansembourg y David van Reybrouck proponen
tres herramientas para empezar a practicar: el mindfulness,
la comunicación no violenta y la compasión.
Ante tantas personas consumidas por el trabajo,
la depresión y las adicciones; ante la agresividad,
el miedo y todas las formas de violencia, el conocimiento
y la pacificación de uno mismo son cuestiones de salud
y seguridad públicas. El desarrollo personal profundo
de cada uno de nosotros es la clave para cultivar
una interioridad ciudadana sana, porque un ciudadano
pacífico es un ciudadano pacificador.