La distracción es algo muy común en nuestra sociedad. Estamos rodeados de un exceso de estímulos, que nos hacen ir de un lado a otro, perseguimos sueños, colores, imágenes, objetos, casi sin tener capacidad crítica o de decisión sobre la conveniencia o no de obtenerlos. Nos tomamos poco tiempo al día para hacer una pequeña parada y no hacer nada, solamente observar. Al meditar nos enfrentamos a nuestros temores y bloqueos, vamos limando nuestras asperezas y preparando el camino para aceptarnos tal y como somos. De esta aceptación surge un equilibrio emocional que se trasluce en nuestra vida y la vuelve más amable para nosotros y para nuestro entorno.