El impresionismo está considerado unánimemente como la primera revolución del arte moderno en oposición al arte académico. Una revolución que consistía sobre todo en la «factura pictórica», idea que, si bien encierra una parte de verdad, es demasiado simplista. El presente libro propone otra lectura de la emergencia de la pintura moderna; desvela que, en el impresionismo, se produce un cambio mucho más radical que concierne a la «tematización de la mirada moderna». Si existe algo profundamente nuevo en la pintura de Manet, Monet, Degas o Caillebotte, es el hecho de que sus obras hacen de la reflexión sobre la visión uno de sus temas centrales. El impresionismo «piensa la mirada» con una voluntad de innovación que no pretende ignorar la tradición, sino dialogar con ella. Esta «tematización de la mirada» es «moderna» por abarcar los límites de la visión y de la pintura.