Frente a la creencia viva de que las vanguardias europeas significaron una ruptura con la tradición, Beat Wyss muestra en este elegante y provocador ensayo cómo la Modernidad clásica vive en realidad anchada en el Simbolismo del siglo XIX. Al mismo tiempo, descubre tibias correspondencias entre el fascismo y una vanguardia que sólo retrospectivamente, a partir de la postguerra, es liberada de su papel de víctima del Totalitarismo político. En el centro se sitúan obras de artistas y filósofos que han dado forma al pensamiento moderno entre los años 1870 y 1958. Y en medio de todo ello, como vínculo filosófico entre Mondrian y Heidegger, Kandinsky y Wölfflin, Le Corbusier, Nietzsche y Malévich, se sitúa El mundo como voluntad de representación de Schpenhauer.