Dentro de la actividad ganadera, la trashumancia supone un auténtico vehículo cultural, de gentes y animales, de bienes y de mentes. La propia expansión de reino de Aragón no se entendería sin ella. A su vez, ha supuesto un vínculo indeleble y definitivo entre la montaña oscense y la tierra llana. Por todo ello, es algo más que memoria.