Ninguno de los partes de guerra que anunciaban el alzamiento militar contra el Gobierno republicano en julio de 1936 hacía mención a Dios. El fracaso inicial de lo que pretendían que fuera un golpe rápido obligó pronto a los sublevados a recurrir al catolicismo en busca de la legitimidad de que carecían. Una terrenal guerra civil se convertía en cruzada, al tiempo que la ira popular contra la Iglesía prendía en una eclosión de ataques contra sus posesiones y representantes. Al hilo de todo ello, este libro pretende dar respuesta a algunas cuestiones: ¿hasta qué punto fue determinante para la victoria nacional la incursión del hecho religioso en el conflicto?, ¿cuál fue realmente la magnitud de la persecución sufrida por los religiosos?, ¿por qué la presencia de sacerdotes en las filas republicanas sigue siendo un fenómeno soslayado?, ¿qué hizo que Huesca se convirtiera tras la guerra en el principal destino de destierro impuesto a los sacerdotes nacionalistas vascos?, ¿qué particularidades tuvo la cruzada nacional en el Alto Aragón?