Se ofrece una somera mirada sobre el panorama que ofrece un conjunto de productos y elaboraciones que de alguna manera conforman el sistema alimentario aragonés. Sería absurdo que, cuando ya casi alborece el siglo XXI, se intentara crear fronteras culinarias con el objetivo de determinar qué es y qué no es cocina aragonesa, en qué productos ha de estar basada y cuáles le son ajenos o exóticos. Todavía resultaría más absurdo hacerlo desde Aragón donde con sólo levantar la vista un poco se puede ver con orgullo la impronta que diferentes civilizaciones han dejado en los más diferentes campos de la cultura.
Esto no quiere que no haya que vivir bien arraigado, pero sin necesidad de pedir el expediente genealógico hasta cuatro o cinco generaciones atrás. El arraigo cultural tampoco obliga a disputar la paternidad de tal o cual producto, aunque haya llegado hasta nosotros, o se tenga así en los últimos decenios, con visos de cierta exclusividad.