El autor ha escrito un libro sobre la semana trágica de Caspe que empezó un sábado, 18 de julio de 1936 y duró en realidad mucho más de una semana. Son sus recuerdos de lo que vio los días antes y después del Alzamiento, los siete famosos días de julio, en los que corrieron unos centenares de litros de sangre humana por las calles de Caspe. Este hecho es un agujero negro en la memoria, que se traga cuanto se acerca a lo que ocurrió en aquellas fechas. Es también un tabú, una señal en el camino que aconseja pasar deprisa por el lugar y no volver la vista atrás.