Antonio Beltrán participa en casi todos los acontecimientos trascendentes de su época. Emigrado casi niño a Nuevo México, se compromete brevemente con la revolución mexicana y regresa a Europa durante la I Guerra Mundial como combatiente de la Legión Americana. Deserta al poco tiempo y regresa a Jaca para convertirse en uno de los personajes principales de la sublevación republicana del Fermín Galán el 12 de diciembre de 1930, momento en que se hace popular su apodo familiar de “El Esquinazau”.
Miliciano al inicio de la Guerra Civil española, colabora en la formación de las primeras unidades altoaragonesas, ingresa en el PCE y con el grado de teniente coronel resistirá al mando de la mítica 43ª División Republicana en la llamada “Bolsa de Bielsa”. Tras la guerra, trasladado a Moscú ingresa en la Academia Superior del Ejercito Rojo, la Frunze. Destinado posteriormente por el PCE a Francia, pasa a formar parte de la guerrilla antifranquista asumiendo la responsabilidad del Aparato de Pasos del Pirineo Central.
Temerariamente crítico con los métodos del PCE, abandona el partido y sufre dos intentos de asesinato por parte de sus antiguos compañeros. Es precisamente este episodio una de las grandes aportaciones del libro y una de las secuencias más intensas y reveladoras del perfil ideológico de Beltrán. Después de años de peregrinaje por el exilio recala en México, donde fallece casi en la indigencia. La nueva biografía de “El Esquinazau” aporta también un interesante fondo fotográfico que repasa visualmente toda su azarosa trayectoria vital.