Entre 1931 y 1942 algunos jóvenes arquitectos, impregnados de los postulados de las vanguardias europeas contemporáneas, fueron proyectando en la ciudad de Huesca un heterogéneo conjunto de edificios singulares, sobre todo viviendas, pero también otras construcciones destinadas a cubrir nuevas necesidades ciudadanas en en relación con la sanidad y la educación. Las formas abstractas y las fachadas austeras de las obras racionalistas, insertas con rotundidad en el paisaje urbano, se convirtieron en hitos que, todavía hoy, sorprenden por la audacia, modernidad y vigencia de sus planteamientos.Con una abundante documentación gráfica, este estudio analiza desde una perspectiva eminentemente arquitectónica la treintena de obras que el racionalismo dejó en Huesca, incidiendo en sus valores espaciales, formales y constructivos. Al mismo tiempo, la preocupación por el contexto histórico y cultural lleva a los autores a relacionarlas con los movimientos vanguardistas internacionales, con el proceso de expansión y ordenación urbana del momento e incluso con la vida cotidiana de una pequeña ciudad cuya fisonomía se vio repentinamente alterada gracias a un premio de lotería.