Te presento una guía, unos consejos, unas pautas que siempre van encaminadas a dejarte a solas con Jesucristo, para que Él y tú podáis conoceros, trataros… para que sepas mirarle a la cara y mirarte a ti mismo sin miedo, para que puedas decirle libremente lo que piensas y para que tengas la ilusión de escucharle… Así podrás aprender a tratarle, aprender a quererle. Y te aseguro entonces que estos días de retiro habrán merecido la pena… ¡de verdad!