En Far Edgerley, un pequeño pueblo en las montañas de Carolina del Norte, vive una pacífica comunidad tutelada por la respetada figura del comandante Carroll, alrededor de la cual orbita también la existencia de su familia -su segunda esposa y el hijo de ambos-. Pero con el regreso a casa de Sara, hija de su primer matrimonio, y de un joven artista de pasado desconocido, empezará a tejerse toda una trama de lazos, secretos y enredos, que vendrá a rizar la plácida superficie de la aldea.
Por el bien del comandante (1883) es la mejor novela de su autora y, en palabras del escritor William Dean Howells, «un ejemplo de lo que nuestra extrañamente variada vida real americana puede producir, y que solo parecía necesitar en la ficción la largamente negada oportunidad que algunos de nuestros escritores actuales le han brindado, ninguno con mayor promesa de una exitosa interpretación que la señorita Woolson».
Constance Fenimore Woolson nació en en 1840 en Claremont, New Hampshire, pero su familia pronto se trasladó a Cleveland. En 1870, habiendo recorrido ya buena parte del país, comenzó a publicar relatos y artículos en revistas como The Atlantic Monthly y Harper’s Magazine. Sus cuentos y novelas narran en su mayoría historias ambientadas en la región de los Grandes Lagos, o en los estados del Sur, o bien retratan la vida de los expatriados estadounidenses en el Viejo Continente. Con casi cuarenta años, ella misma se trasladó a Europa, donde residió en una serie de hoteles de Inglaterra, Francia, Suiza, Alemania e Italia. También fue allí donde conoció a Henry James, con quien establecería una larga y compleja relación. En 1893, Woolson alquiló un apartamento en el Gran Canal de Venecia, donde al año siguiente, aquejada de una severa depresión, moriría al caer desde una de sus ventanas.