En el año 1018 ocurrió un suceso en Zaragoza que supuso el inicio de un «siglo de oro» para todo el valle medio del Ebro: el califato de Córdoba se había desmoronado y el gobernador de este territorio, Mundhir at-Tujibí, declaró la independencia respecto del resto de Alandalús, surgiendo por primera vez en el actual Aragón un reino con personalidad propia: la taifa de Saraqusta. En esta época dorada en todos los órdenes, los sultanes saraqustíes dieron la espalda a la decadente Córdoba para emular las glorias de Bagdad.
La historia de superación personal de un joven nacido en el antiguo Tawust (Tauste) se desarrolla en este escenario en el que se verá obligado a vencer grandes adversidades hasta aprender el oficio de alarife e intervenir en una magnífica construcción cuyo proceso no estará exento de misterio, un alminar que perdurará hasta nuestros días encubierto bajo la denominación de «torre mudéjar». El protagonista conocerá a personajes llegados a la corte saraqustí desde el mundo persa, a través del Mediterráneo, que traerán el saber de la civilización más avanzada de su tiempo.
Arcilla y yeso, pasión e inteligencia, se conjugan y traban esta historia que es, aunque la hayamos olvidado, tan nuestra. La verdad y la ficción van tejiendo una cuidada estructura narrativa de la mano (y del cincel) de este hábil maestro de obra, Jaime Carbonel, quien, ladrillo a ladrillo, página tras página, erige un poderoso relato que intenta tender puentes, comprender el pasado que nos conducirá a Tawust, a orillas del río Arba...