Me llamo Lorena y no sé si tengo que decir que tenía dieciséis años y ya no los tengo, o bien que tenía dieciséis años y seguiré teniéndolos para siempre. Me llamo Lorena y llevo aproximadamente mes y medio muerta. Los lectores más expertos estarán pensando que cuando digo que estoy muerta, lo digo en sentido figurado, utilizando una metáfora exagerada y morbosa, pero de las metáforas no me va nada. A mí me gustar llamar a las cosas por su nombre y que se me entienda. Y si digo que estoy muerta, lo que quiero decir es exactamente que estoy muerta. Muerta y enterrada, para ser más precisos. Lo que ocurre es que no tengo ni idea de por qué ni para qué estoy aún aquí. Por no saber, no sé ni cómo acabé muerta...