¡Los ordenadores son geniales! Pueden hacer muchísimas cosas estupendas, desde encontrar información sobre el tema que quieras hasta hablar con otra gente que también está conectada, y a la que ni siquiera conoces. Sin embargo, como todas las cosas buenas, hay un montón de reglas que todo el mundo, y especialmente los niños, debería cumplir, pero que no todos siguen. La protagonista de esta historia creía que las normas eran una pérdida de tiempo. ¿Qué problema había en hablar con un desconocido por el ordenador? Sentada delante de la pantalla de su propia casa, se sentía a salvo y tan cómoda que bajó la guardia y proporcionó demasiada información sobre sí misma. Entonces, un día, en uno de los partidos de fútbol de la escuela, escuchó a un desconocido que la llamaba des del otro lado del campo. Inmediatamente supo que algo iba mal y, en ese preciso momento, se dio cuenta de que algunas normas estaban allí para cumplirlas. ¡La seguridad era lo más importante!